MIGUEL PI„ERA
Luego de que embargaran el Entrenegros y sus empleados se querellaran por incumplimientos laborales, el cantante siguió haciendo negocios a través de terceros, sin figurar en los contratos. Con este modelo ha fundado locales junto al controvertido abogado Marcelo Jadue, el cuñado de la animadora Patricia Maldonado y los socios del sicario José Ruz. Con su estilo, y en el mundo en que se mueve, no sale de un lío cuando está en otro. Para eso está su hermano Presidente, cuyos abogados consiguieron el levantamiento del embargo de una Nissan Pathfinder que acumula multas de tránsito impagas.
Una Nissan 4×4 Pathfinder Lux es lo último que queda entre Miguel Piñera y Belén Hidalgo. Está a nombre de él pero ella la usó desde el comienzo de la relación y la sigue usando en estos días. Aún cuando están oficialmente separados. Aún cuando esa camioneta tiene nueve multas de tránsito impagas desde 2006 y su permiso de circulación no ha sido renovado. Aún cuando tres meses atrás, para la celebración del cumpleaños de ella en el capitalino pub Las Urracas, él se ufanó ante la prensa de regalarle un flamante Chrysler 300 que exhibió pero nunca inscribió a nombre de su ahora ex esposa.
La Nissan no es ni por lejos el auto más costoso que el hermano menor del Presidente de la República tiene inscrito a su nombre. Tampoco es un juguete que su dueño se empeñe en conservar por un asunto afectivo. Lo conserva porque de momento no puede hacer otra cosa con él. En 2007, a raíz de una demanda laboral de ex empleados del pub Entrenegros, un tribunal decretó su embargo y estuvo a punto de ir a remate. Sin embargo, ayudado por los abogados del estudio Barros & Errázuriz, los mismos que se encargan de los asuntos legales de su hermano Presidente, Miguel Piñera logró que el embargo nunca se hiciera efectivo. Y de paso, a diferencia de sus antiguos socios en el Entrenegros de calle Suecia, consiguió eludir el pago de lo adeudado en cotizaciones, sueldos e indemnizaciones.
Esa camioneta es un símbolo, y no sólo porque sigue en poder de la modelo Belén Hidalgo: representa el estilo con que el hermano del Presidente ha llevado su vida y desarrollado su carrera musical y de empresario de locales nocturnos. Un estilo accidentado, informal y ladino que le ha traído fortuna pero también serios problemas legales. Un símbolo porque además, a partir del juicio que derivó en el embargo del auto, Miguel Piñera evitó a abrir sociedades con su nombre. En adelante prefirió usar intermediarios y testaferros que lo representaron en negocios que hizo con gente como el controvertido abogado Marcelo Jadue, el asesor del ministerio del Interior Cristián Barra y los socios del sicario José Ruz.
José Miguel Carlos Piñera Echenique, de 56 años, transita al borde de la legalidad y sus líos no son travesuras de adolescente. Acaba de llegar a un acuerdo extrajudicial para detener una querella por amenazas de muerte contra el dueño de Sala Murano. Acuerdo similar al que suscribió un par de años atrás con otro empresario por los mismos motivos.
El último de los juicios laborales en su contra, por el que resultó condenado, fue archivado a comienzos de este año sin que pagara un solo peso. Y aunque el año pasado desembolsó seis millones para que le fuera suspendida la causa que se le siguió por embestir su enorme Hummer contra un Austin mini y darse a la fuga, el mes próximo está citado a una audiencia por no haber acreditado el cumplimiento de las 50 horas de trabajo comunitario que le impuso un tribunal por su responsabilidad en el accidente.
El menor de los Piñera Echenique vive al límite y ahora, tras separarse y permanecer un mes en una clínica de rehabilitación, acapara titulares. En otra época su situación podría haber sido materia de la farándula. Hoy es un asunto de Estado.

Nostalgia ochentera

De tan repetido el cuento ya parece mentira: antes de morir en 2000, mediante una carta, la madre de Sebastián Piñera le pidió que cuidara y se ocupara de su hermano menor. Razones tenía de sobra para preocuparse. A esas alturas Miguel Piñera no salía de un lío cuando ya estaba metido en otro.
Los mayores problemas empezaron a mediados de los noventa, a la par con el auge de su carrera de empresario de locales nocturnos, desarrollada junto a Miguelo, nombre artístico de Miguel Esbir Barco. Miguel y Miguelo. Los cantantes que habían hecho fama en dictadura se unieron en la siguiente década en torno a negocios que explotaban la nostalgia ochentera.
El primero que tuvieron en conjunto fue un local de Lo Barnechea que bautizaron Entre Negros y Blancos y marcó la pauta de los venideros. Gozó de éxito comercial pero su administración resultó tan desastrosa que terminó con querellas y embargos judiciales. El Seriatutix seguiría un derrotero similar.
Inaugurado a comienzos de los noventa, el local de avenida Colón esquina Sebastián Elcano no tomó vuelo hasta la segunda mitad de esa década, cuando el dúo de cantantes se asoció a los empresarios Ricardo Muller y Ricardo Bezanilla. Miguel y Miguelo eran la cara del local. Solían actuar y hacer vida social ahí. Piñera estaba tan comprometido que vivía en un departamento frente a esa esquina. A pasos de su lugar de trabajo. Era mediados de los noventa y el local era punto de referencia de la farándula y oficinistas y ejecutivos con ánimo de desenfreno. Ese ánimo también contagiaba a sus dueños, que confiaban la administración a Domingo Pino Sastre, Chumitapara los amigos. Sastre es hermano del esposo de Patricia Maldonado y dueño del desaparecido bar Confetti, donde se divertían los altos agentes de seguridad del régimen militar.
Chumita era el brazo derecho del Negro, su hombre de confianza, porque él es re contra desordenado y al lote y no tiene idea de negocios. En esos tiempos si necesitaba plata él iba a la caja del Seriatutix y la sacaba, lo que le provocaba problemas con sus socios –recuerda un ex empleado de confianza.
Las cosas no terminaron bien en el Seriatutix. Tampoco en el Entrengros, que sucedió al otro y tuvo más fama y controversia. Miguelo fue a dar a la cárcel por giro doloso de cheques y fue objeto de embargos de sus bienes personales. Miguel tuvo mejor suerte y la ayuda de su hermano Sebastián, quien ha honrado la petición de cuidar a su hermano menor que su madre le hizo poco antes de morir.
Hacerse cargo de que tenga los mejores abogados para defenderse es una de las formas en que Sebastián Piñera cumple su promesa. Según se lee en el libro Piñera. Historia de un ascenso, de Loreto Daza y Bernardita del Solar: “Sebastián no ha faltado a ese compromiso. ‘Resuelvan el problema’, ordena a sus abogados, cada vez que El Negro se mete en un lío, algo bastante frecuente y desgastante, puesto que ejercer esa tutela no sólo demanda asesoría legal y recursos económicos, sino que también una gran dosis de paciencia. Sobre todo, cuando un abogado cercano a Piñera dice que apenas una mínima parte de los líos en que se mete el cantante son conocidos por la opinión pública”.
La última intervención conocida del Presidente tuvo que ver con la farándula. Según publicó el viernes 3 de junio el diario La Cuarta, Miguel Piñera estaba a punto de darle una entrevista televisiva a Giancarlo Petaccia, cuando un llamado telefónico de su hermano lo hizo cancelar todo.

Invitado de piedra

La historia de Miguel Piñera tiene un capítulo episódico que determina su suerte en la escena musical chilena. Un capítulo al que su protagonista se ha empeñado en imprimirle un carácter épico, legendario incluso, pero que en la práctica se constituye de elementos estrictamente prosaicos.
Ocurrió en 1975, cuando se embarcó en una suerte de viaje de iniciación por Latinoamérica. Lo acompañó el guitarrista Oscar Ratón Pérez, con quien formaba un dúo musical llamado Miguel y Ratón que solía presentarse en un programa televisivo animado por Pepe Gallinato. Los dos amigos soñaban con una carrera artística, pero considerando como estaban las cosas después del golpe de Estado, se conformaban con arrancar del ambiente opresivo que había en el país.
Tras recorrer Bolivia, Perú y Ecuador, el dúo llegó a la casa de unos amigos en común en Río de Janeiro. A decir verdad, sólo Ratón Pérez conocía a los dueños de casa, un trío de músicos chilenos que formaban parte del grupo Agua y hacían carrera en Brasil. Piñera era un invitado de piedra, más todavía considerando que no cayó nada bien entre los dueños de casa y llegó acompañado de una novia estadounidense que conoció en el camino.
–Nosotros vivíamos en comunidad, compartíamos todo, pero él no calzaba con ese esquema. Era individualista, muy rara vez aportaba, se salvaba solo. Igual aceptamos que se quedara en la casa porque andaba con Ratón Pérez, que era nuestro amigo y comenzó a tocar con nosotros –recuerda el guitarrista de Agua, Nelson Araya.
Fue en esa casa de Río de Janeiro que Miguel Piñera escuchó por primera vez La luna llena. Compuesta por Araya, era uno de los temas que el grupo tocaba habitualmente en sus presentaciones en Brasil. También tocaban las clásicas canciones chilenas y latinoamericanas de raíz folclórica que más tarde Piñera integró al repertorio de su carrera solista.
El beneficio fue completo cuando Milton Nascimento descubrió al grupo chileno y lo invitó a participar en la grabación de Geraes (1976), su disco más famoso. Piñera no formaba parte del grupo ni era del agrado del cantautor brasileño. Según uno de los músicos de Agua, lo consideraba “oportunista y fanfarrón, se quería colgar de su fama”. Pero igualmente el chileno se las arregló para estar presente en la grabación y tener una modestísima participación en uno de los coros. Lo justo para que en la contraportada de Fusión latina (1982), su disco debut, se lea que “tocó y grabó junto a Milton Nascimento”.

Sin compromisos

En Músicapopular.cl, la más erudita enciclopedia de música chilena, se consigna que Miguel Piñera saltó a la fama a partir del programa televisivo Vamos a ver, donde Raúl Matas lo presentó como un músico joven, recién llegado de Estados Unidos, que era “hijo menor de don José Piñera”.
Su éxito fue súbito y sorprendió al propio Piñera, a decir de uno de los músicos de Fusión Latina: como no tenía repertorio suficiente, echó a mano a las canciones de Agua y Hot Chile, otro grupo chileno, con el que había tocado en su paso de fines de los setenta por California. Dos de los músicos de esa formación se integraron a Fusión Latina. Otros dos se quejaron de que uno de los temas que Piñera grabó y patentó a su nombre les pertenecía. Ese tema es Dulce América, que José Miguel de la Fuente y Cristián Bianchi reclaman como propio.
Nelson Araya, el autor de La luna llena, dice que alcanzó a registrar a tiempo su tema en Chile. Entonces vivía en Brasil y fue alertado de que la persona que había alojado en su casa pretendía grabar su canción sin su autorización. No fue la única oportunidad en que se sintió pasado a llevar. A fines de esa década, cuando Sebastián Piñera usó La luna llena como eslogan de su campaña a senador, el compositor lo demandó y consiguió una retribución por cuatro millones de pesos de la época.
El menor de los Piñera Echenique gozó de la fama pero también pagó por ella. Algunos de los músicos de su banda terminaron enemistándose con él por incumplimientos y abusos laborales: el líder se llevaba el 75% y el 25% restante se repartía en partes iguales entre sus músicos. Él era el rostro del grupo, la voz de una suerte de Canto Nuevo ligero, edulcorado y apolítico que despertaba admiración de las masas pero también sospechas y enconos.
En un número de 1983 de la revista La Bicicleta, Álvaro Godoy enjuicia el fenómeno de Miguel Piñera y se pregunta quién es ese cantante que “usa boina como el Che y se declara apolítico. Canta a Violeta Parra y Silvio Rodríguez, pero los diarios lo apoyan, la televisión lo contrata como enferma y la izquierda lo rechaza”. En el mismo artículo algunas voces autorizadas intentan explicar el fenómeno y en un recuadro el aludido plantea sus descargos: “No me quiero encasillar, y creo que algunos compositores del Canto Nuevo están un poco comprometidos en contra de este gobierno. Yo prefiero no comprometerme, quedarme al margen”.
Uno de los músicos de Fusión Latina dice que a Piñera las críticas no le resbalaban. Por el contrario. A veces se mostraba tan susceptible que durante un tiempo anduvo atormentado pensando que Nunca quedas mal con nadie, de Los Prisioneros, estaba dedicado a él.

Asesoría financiera

Para fines de los noventa, cuando Miguel Piñera había vuelto a ser una celebridad, vivía en un departamento de Providencia con vista al Entrenegros. Un décimo piso en cuya terraza sobresalía un jacuzzi adornado con flores de hule y una galería de guitarras expuestas en la pared del living. Contaba con varios locales a su haber y una novia 25 años menor llamada Carla Ochoa. Había relanzado el discoFusión Latina y anunciaba la próxima aparición de un disco de canciones chilenas del que no se volvió a tener noticias.
Fue un periodo intenso, descomedido, sin pausa. En el Entrenegros, lugar de reunión de la farándula criolla, él era una de las principales atracciones. Cantaba con su banda, hacía vida social y, a su modo, defendía sus intereses en el negocio. Un amigo y ex empleado de confianza recuerda que, tal como había hecho en el Seriatutix, solía retirar el dinero de las cajas y echárselo al bolsillo.
–La administración era desastrosa, no podía ser de otra forma, pero así y todo ganaba plata a manos llenas –dice el ex empleado, a quien el cantante le comentó que fue su hermano Sebastián quien le aconsejó invertir en la bolsa.
Las inversiones eran diversas y no necesariamente en la bolsa. Según quedó consignado en una causa de la jueza Eleonora Domínguez, que investigó el caso de La Cutufa II, Miguel Piñera fue uno de los nombres que apareció vinculado a la financiera ilegal dirigida por el capitán de Ejército y ex agente de la CNI Patricio Castro. La lista apareció en un computador que le fue incautado a Marcelo Jadue, abogado y socio del cantante. A esa evidencia se sumó el testimonio de Beatriz Ugarte, denunciante del caso, que atestiguó haber presenciado una reunión realizada en Buenos Aires entre el dueño del Entrenegros y el ex capitán de Ejército y cerebro de la operación.
Patricio Castro y su ex esposa, la actriz Carolina Arregui, eran asiduos al Entrenegros de calle Suecia, que a la vez era administrado por Domingo Pino Sastre. Chumita fue también uno de los hombres a través de los cuales el cantante abrió negocios a contar del 2000.
Por medio de la sociedad Gastronómica New York USA, Pino representó a Piñera en la apertura de dos restoranes de Providencia, New York Sushi y Confesionario. Los otros dos socios fueron el abogado Marcelo Jadue y el empresario Claudio Rocafort Concha.
Marcelo Jadue representó al coronel (r) Castro y fue uno de los gestores de la página www.despiertachile.cl, vinculada a ex agentes CNI. En 2008 resultó condenado por extorsionar al Conservador de Bienes Raíces de Santiago, Luis Maldonado.
Claudio Rocafort, en tanto, fue pololo de Cecilia Bolocco un tiempo antes que se coronara Miss Universo en 1987. Representó a una empresa de armamentos, fue demandado por golpear duramente a uno de sus empleados y es dueño de la cadena de restoranes Sushita. Su inolvidable campaña publicitaria tuvo al Negro Piñera de rostro, flanqueado por un modelo recostada y envuelta en sushis de palta, masago y salmón.

Orden de embargo

En 2003, cuando el Entrenegros de calle Suecia bajó la cortina, Miguel y Miguelo estaban distanciados. Ambos se responsabilizaban de malos manejos financieros que poco después derivaron en la detención del segundo por giro doloso de cheques y una demanda laboral de ex empleados que traerá consecuencia para los dos cantantes y un tercer partícipe de la sociedad Miguel y Miguelo’s Pub Limitada, Andrés Vidal Villalón, que oficiaba de representante legal.
A Miguelo la justicia lo obligó a responder con el sueldo que ganaba en el programa Rojo Vip. Y en noviembre 2007, a raíz de la demanda de un sonidista del pub, el Quinto Juzgado del Trabajo ordenó embargar vehículos de los tres socios.
Miguelo perdió una moto y Vidal un taxi Lada. Pero cuando una receptora judicial llegó a la casa de Piñera para embargarle la Nissan Pathfinder que usaba su esposa, la funcionaria adujo la imposibilidad de cumplir la tarea “por oposición de persona adulta del lugar, quien no se identificó”. Sujeta a embargo, la camioneta siguió en poder de su dueño y acumuló multas del tránsito y kilómetros, no obstante que el tribunal encargó su búsqueda a Carabineros.
No era la primera vez que enfrentaba una orden de embargo. A principios de 2000, a raíz de una demanda de ex empleados del local Entre Negros y Blancos, el primero que tuvo en sociedad con Miguelo, el Entrenegros de calle Suecia fue prácticamente desmantelado por un receptor judicial. La experiencia convenció al autor de Como el sol de la utilidad de hacer negocios por medio de terceros.
En algún momento se ufanó a través de la prensa de la existencia de más de doce sucursales del Entrenegros repartidas por todo Chile. Ninguno de esos locales era suyo, pero el negocio estaba en que la gente creyera lo contrario. Él cobraba un dinero por autorizar la marca y representarla a través de presentaciones periódicas, a veces ni eso: bastaba con que se diera unas vueltas para atraer clientela. También se ufanó de ser el propietario de decenas de otros locales que se abrieron en Santiago pero donde su nombre no aparecía en ninguna escritura. Fue el caso de Studio 54, inaugurada en el antiguo recinto de la discoteca Eve por el actual asesor del ministerio del Interior Cristián Barra Zambra. El cantante anunció a los cuatro vientos que la nueva discoteca era obra suya, pero ningún papel lo avalaba.
Según un reportaje de La Nación Domingo, el negocio derivó en una querella del dueño del inmueble por el extravío de un conjunto de equipos de música y en una posterior orden de aprehensión. El reportaje indica que el litigio fue resuelto en 2005 mediante un acuerdo extrajudicial en el que intervinieron abogados del actual Presidente.
Una resolución similar tuvo el embargo de la Nissan Pathfinder. En abril de 2009, la abogada Verónica Fernández Omar consiguió que la Corte Suprema dejara sin efecto el embargo de la camioneta. Esto a pesar de que el cantante ni siquiera respondió con el mínimo del millón y medio de pesos al que se comprometió cuando suscribió la sociedad Miguel y Miguelo’s Pub Limitada. La abogada pertenece al estudio Barros & Errázuriz, que ve los asuntos financieros de Sebastián Piñera.
Al ser contactado telefónicamente sobre sus negocios, Miguel Piñera precisó que actualmente no tiene participación en locales. “De negocios sé re poco, compadre. Lo mío es la música, las relaciones públicas”, dijo.

Socios del sicario

En octubre de 2010, en el transcurso del juicio oral por la muerte de Diego Schmidt-Hebbel, el sicario José Ruz Rodríguez apareció en la audiencia vistiendo una polera con el emblema del Entrenegros. En apariencia el hecho no pasó de ser una anécdota. El propio cantante, al ser consultado por el tema enLa Cuarta, se mostró extrañado y lo adjudicó a una casualidad sin mayor trasfondo. Pudo haberse sorprendido, pero no extrañado.
El sicario es primo de Marcos Silva Ruz, quien en el juicio declaró que antes del asesinato planeaban abrir una discoteca en La Florida. Ambos participan de una sociedad familiar dueña de cafés con piernas en el centro de Santiago. En esa sociedad llamada Inversiones El Romeral participan José Ruz, Marcos Silva Ruz, Cristian Silva Donoso, Mickel Ignacio Silva Gallardo y otros familiares. Estos dos últimos tomaron contacto con Miguel Piñera para revivir en 2008 una apoteósica versión del Entrenegros en el Mall Plaza Vespucio.
Según quedó consignado en el Diario Oficial, la Productora de Eventos Entre Negros Limitada que dio origen a la discoteca fue constituida en 2007 por Cristián Alexander Silva Donoso, Mickel Ignacio Silva Gallardo, Claudio Andrés González Ruz e Iván Steve Ponce Valenzuela. Este último es un disc jockey cercano a Miguel Piñera. Trabajó en sus locales y en la campaña presidencial de 2005 de su hermano Sebastián. De acuerdo con Silva Donoso, Iván Steve Ponce fue la persona que intermedió por el cantante en el negocio de la discoteca.
–Fue sólo un acuerdo de palabra, no hubo nada firmado con Piñera –dice Silva Donoso–. Nos juntamos en un local de Manuel Montt, conversamos del proyecto y juntamos las manos, las levantamos y gritamos ehhhh. Eso fue todo. Los detalles los vio el (Iván) Steve Ponce, que era quien tenía el contacto con el Negro.
Cristián Silva habla desde el subterráneo del café Ikabarú de la galería Alessandri, en el centro de Santiago, donde opera la administración del negocio. Bordea los treinta años y sonríe al recordar la experiencia del Entrenegros en el Mall Plaza Vespucio que le dejó buenos recuerdos y una deuda millonaria. No sólo a él, sino también a su tío Marcos, primo del sicario, que actuó como inversionista sin aparecer en la sociedad.
–Fue un proyecto emblema para el Negro, porque marcaba su retorno. Él tenía el compromiso de estar ahí, de ser el rostro, iba casi todos los días pero no tenía un porcentaje. Cuando quería plata, pedía y cobraba. Lo pasamos muy bien pero perdimos mucha plata. Entiendo que el Negro cobraba principalmente por el uso de la marca, ese era su negocio –dice Cristián Silva.
En una de esas noches de juerga, poco antes de que la discoteca cerrara sus puertas en noviembre de 2009, el dueño de un local vecino del Entrenegros denunció haber sido amenazado de muerte después de llamarle la atención a Piñera y sus amigos por estar en su local consumiendo alcohol traído de la discoteca. La causa quedó radicada en la Fiscalía Oriente pero fue archivada después de que las partes llegaron a un acuerdo en que prometieron reserva.
Una fórmula similar fue empleada ante la querella presentada por Fernando de la Cerda, dueño de la discoteca sala Murano, que a fines de abril último denunció haber sido amenazado por Miguel Piñera. Éste habría sospechado una relación entre Cerda y Belén Hidalgo. Según informó la revista Qué Pasa, los representantes legales de ambas partes llegaron a un acuerdo extrajudicial que se mantiene en reserva. La defensa de Piñera estuvo a cargo de Gonzalo Cisternas, quien aseguró a La Tercera que “la querella fue retirada porque las denuncias no son serias”.
Cisternas pertenece al estudio Espina, Zepeda y Acosta, donde son socios, además del senador Alberto Espina, los abogados Carlos Zepeda y Domingo Acosta, todos cercanos a Sebastián Piñera, a quien han asesorado en La Moneda. Según Qué Pasa, el propio Presidente discutió con ellos las estrategias legales para defender a su hermano. Mal que mal, según la misma publicación, el dueño de la sala Murano había sido advertido por el cantante de que no sabía con quien se estaba metiendo: “Estás hablando con el hermano del Presidente”

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