viernes, 12 de agosto de 2011

El descontento cívico popular por John Eytan


Los sucesos ocurridos en nuestro país no son simplemente azarosos ni menos incoherentes con la desestabilización que el modelo hegemónico de mercado impone a todo el globo. Es una escala de descontento cívico-popular que se vive desde el Magreb hasta la misma península ibérica, desde la tierra de Aquiles hasta Latinoamérica, y que aglutina demandas variadas y una fuerte critica a lo establecido no por mera conveniencia o antojadiza idea “subversiva” como algunos lacayos del capital usurero esgrimen, sino por el contrario, se debe en su mayoría al descontento e indignación de una ciudadanía que vio en la clase política una estafa, un robo y una representatividad muerta.
En este preciso instante se lleva a cabo un suceso único e irrepetible en la historia política de Chile: la organización popular fuera de las lógicas partidistas arcaicas y degeneradas.
El pensar en un país donde las brechas de acceso real a la riqueza (capital que generan los propios trabajadores) sean más equitativamente distribuidas y no tan extrapolada como lo es hoy, donde la salud, nuestros recursos naturales y la educación por ejemplo, sean un tema central y no una nimiedad destinada al lobby, es algo que las personas  en conjunto deben decidir  y no un grupo reducido con ansias de poder. No es una bofetada simplemente a la derecha chilena (todo sensato sabía de antemano como serían sus políticas) sino también a la concertación, a los partidos, a las cúpulas, a las directrices rígidas y antidemocráticas, a la larga historia de disensos y consensos que se institucionalizó como norma.
El movimiento estudiantil  actual–para quien lo vive desde el interior y no desde la simple caja idiota- es mucho más que una sigla federativa, mucho más que un grupo de voceros, de cabecillas y seudo caudillos de la verdad, es una amalgama de organizaciones, colectivos y en general, personas conscientes y dispuestas a un cambio,  un cambio que le beneficiaría a una mayoría y no a una oligarquía como lo ha sido desde siempre en este país.

¡No somos hijos de la democracia sino padres de una nueva revolución!
Texto: John Eytan
Fotografías: Dalco Olmo.
PRENSA GRÁFICA CALLEJERA
Francisca E.

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