viernes, 28 de septiembre de 2012

Muere Pierre Dubois, el fiel amigo del padre Andrés Yarlan y férreo defensor de DDHH


Según confirmó la Iglesia de Santiago y Jaime Coiro, portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile, el religioso murió en la Población La Victoria, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, donde desarrolló la parte más recordada de su ministerio.
Así lo informó vía Twitter el vocero de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro, quien comunicó que falleció "en su amada población La Victoria", en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. El religioso, que sufría de un avanzado Parkinson, obtuvo la nacionalidad chilena en el año 2001 y actualmente trabajaba con jóvenes con problemas de drogadicción. En 1986 debió abandonar el país, para regresar en 1990.Una de sus últimas apariciones fue en septiembre, en una actividad de la ex Presidenta Michelle Bachelet en La Victoria.

Allí, desarrolló su labor de párroco en compañía con su amigo, el también sacerdote André Jarlan, quien muriera el 4 de septiembre de 1984 durante una protesta.
Dubois ya había sido intervenido en varias ocasiones en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, debido a distintas afecciones que padecía.
Pierre Dubois nació en Plombieres, al norte de Francia, y se volvió sacerdote diocesano. Al servicio del pueblo y siguiendo el ejemplo de Cristo, pisó tierra chilena por primera vez en 1963 y se unió a la Juventud Obrera Católica. Su palabra llamaba al amor en acciones colectivas, a no actuar solo, fomentando el desarrollo de la comunidad como método de lucha y superación. Él llegó a La Victoria a forjar estos valores cuando, tras el golpe militar, los párrocos de la población debieron abandonar el país, y Pierre volvió de Francia para reemplazarlos.

Allí conoció a André Jarlán. En febrero de 1983, Pierre se instaló a trabajar en la Parroquia Nuestra Señora de La Victoria, abrigando la solidaridad y la preocupación por el otro, como armas para derrocar el régimen militar. En los días de protestas, mientras Jarlán se ocupaba de curar a los heridos, Dubois salía a las calles, agitando los brazos en medio de gases lacrimógenos, instando a los pobladores para que no lanzaran piedras y expulsando a gritos a los efectivos policiales. Predicando con la palabra, en una de esas manifestaciones, fue detenido y golpeado brutalmente por carabineros.
El 4 de septiembre de 1984, un batallón de uniformados completamente armados entró a La Victoria. Uno de ellos descargó su metralleta contra un grupo de periodistas que corrían a refugiarse a la casa de los curas, en donde André Jarlán leía su Biblia después de una jornada en la que atendió a 27 heridos. Dos balas impactaron la capilla de los sacerdotes. Pierre corrió al segundo piso llamando a Jarlán. Pero éste no le contestó. Un proyectil en el cuello dejó su cabeza reposando eternamente sobre el salmo 129.
"Es el precio que hay que estar dispuesto a pagar. André lo vivió por la ofrenda de su vida y lo enseñó con sus palabras", escribió Pierre en recuerdo de su amigo. El asesinato de Jarlán recorrió el mundo entero. La población La Victoria se asomó a las páginas de la prensa mundial y acaparó la atención extranjera. Así llegó ayuda económica desde fuera del país. El padre Pierre dispuso el dinero para la compra de leche, que se repartió diariamente entre todos los niños de la vecindad.
Para Dubois la muerte de su compañero sirvió para que el mundo supiera que en Chile era cierto que estaban matando gente. Y le enseñó a los pobladores a unificar sus fuerzas, llevando la palabra de la no violencia como bandera de resistencia. "Bendito sea Dios que no nos dio pobreza de conciencia, bendito sea Dios que nos mantiene vivos a pesar de tantos lumazos, tantos gases, tantos balines, tantos perdigones, tantas balas, tanto desprecio. Bendito sea Dios que hace posible que la vida y el amor crezcan donde se siembra muerte y odio. Bendito sea Dios que hace posible la participación y la organización donde se busca atomizar y reprimir", pregonaba en sus misas Pierre Dubois.
La lección de Dubois
Dos años después, y tras el atentado contra Pinochet, la represión se agudizó. Dubois fue detenido y expulsado del país. En Suiza comenzó a trabajar en la creación de comités de exiliados y logró levantar 21 comunidades en tres países.
A Chile regresó en 1990, pero monseñor Juan Francisco Fresno le ordenó no vivir en la población y radicarse en un hogar para sacerdotes en la comuna de Lo Espejo. Su retorno a La Victoria estaba pronosticado para septiembre de este año y, durante la conmemoración de la muerte de André, fue recibido con emotiva alegría. El padre Pierre había vuelto, pero su nueva casa para vivir aún no estaba lista.
En estos días avanza la remodelación del hogar que albergará a Dubois. Es una vivienda de dos pisos levantada en calle Esfuerzo, compartida con un matrimonio que velará por su cuidado. "Los pobladores también haremos turnos para visitarlo y acompañarlo", dice Ricardo Díaz al precisar: "A fin de mes la casa estará habilitada para recibirlo". Hoy, un grupo de trabajadores la restaura y acondiciona en un esfuerzo a puro corazón, financiado por el amor de todos los vecinos. En el primer piso se construye, además, un oratorio, lugar de reflexión para los que quieran ir a visitarlo.
Richard, otro poblador, trabaja manejando un camión. "Cuando yo tenía como veinte años vivía acá en La Victoria y salía a la calle con los cabros. Ahí conocí al padre Pierre", cuenta. Todos sus amigos se fueron y él también terminó haciendo lo mismo. "Pero no puedo dejar de venir una, dos veces a la semana. Acá yo ayudo en todo lo que pueda, los conozco a todos. Eso nos enseñó el padre", dice.
La Victoria es la toma más antigua de América Latina, nació de una ocupación de terrenos hace 50 años y hoy en sus calles, de casas bajas, se sacuden las guirnaldas de las fiestas de fin de año. La memoria del padre Jarlán se estampa en sus murales. "Nuestra lucha es cambiar esta realidad, y no acomodarnos a ella", se lee en uno de ellos. Y en ese sentido, el trabajo del padre Pierre no ha terminado. Con la ilusión de una dictadura derrocada, la miseria de los pobres es mucho más difícil de identificar. Hoy los problemas que consumen las calles de la población tienen que ver con el mercado y el sistema, "con la dictadura económica", como dice Dubois. El abuso y la explotación son tan violentos como una bala. Y la solución que plantea el sacerdote es la misma que esgrimía en los años '80: resistir unidos contra los mecanismos de dominación y actuar en conciencia de que a todos nos pasa lo mismo. Saber que ningún problema es individual.
Después de tantos años, La Victoria volverá a recuperar a uno de los padres que perdió. "Es su anhelo. Quiere vivir sus últimos días en la población La Victoria", cuenta Ricardo Díaz. Es que el fin de Pierre Dubois no estaba en una camilla. Como André, como tantos hombres y mujeres, él sigue batallando por la vida.
En este video se ve al padre y lo afectado que resultó cuando mataron a su amigo Andrés Yarlan.

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