viernes, 26 de octubre de 2012

Carta a los indecisos de Providencia


Por Cristóbal Bellolio
Escribo estas breves líneas jugándome la opción final para convencer a quienes aún no deciden su preferencia edilicia para la comuna de Providencia en las elecciones del próximo domingo, especialmente a quienes todavía no saben si vale la pena concurrir a los locales de votación siendo el sufragio completamente voluntario. Estas son las siete mejores razones que puedo esgrimir para votar por Josefa Errázuriz.

- La calidad de la candidata: No es común que los perdedores de una primaria apoyen con explícito entusiasmo a la figura que los dejó en el camino. La razón de esta rareza no radica en mis virtudes éticas sino en las de Josefa Errázuriz. Esta aventura política me ha permitido conocer a una mujer de un rango humano excepcional con una envidiable capacidad de construir confianzas y sensibilizarse frente al “otro”. A sus méritos personales sumo su acabadísimo conocimiento de las temáticas locales y su sólido equilibrio en la búsqueda de respuestas sensatas a conflictos complejos.
- La importancia de alternancia. Una de las razones por las cuales apoyé sin vacilación la alternativa de Sebastián Piñera en la segunda vuelta de las últimas presidenciales era la necesidad de refrescar los cuadros gobernantes después de 20 años de Concertación. Son los mismos 20 años que quiere completar el actual alcalde de Providencia. No es sano para la democracia que las autoridades se eternicen en el poder. Al sentirse invulnerables relajan los criterios de transparencia, se dan gustitos personales y con arrogancia dan por descontada la incondicionalidad de los gobernados.
- La emergencia de otra derecha: El personaje de Cristián Labbé le hace daño a quienes anhelan el surgimiento de una centroderecha distinta, que sea distante del pasado autoritario, respetuosa de la diversidad, moderada en sus criterios políticos. Quiéranlo o no, la permanencia de Labbé es el recordatorio de otros tiempos. Lo anterior es especialmente incómodo para las nuevas generaciones que quieren dar vuelta la página y se ven condenadas a retroceder por culpas ajenas. Hoy tienen la oportunidad de avanzar propinándole al pasado una derrota.
- Símbolo de un nuevo código político: La candidatura de Josefa Errázuriz no se cocinó entre cuatro paredes como suele ocurrir. Fue el resultado de un proceso inédito en Chile donde movimientos políticos y ciudadanos bastante variados se pusieron de acuerdo con generosidad y pragmatismo para levantar una carta común. A diferencia de la batalla de Santiago —donde se enfrentan Alianza y Concertación— la competencia de Providencia es emblemática porque augura un nuevo orden donde la ciudadanía se empodera en desmedro de los partidos tradicionales.
- El mito de la gestión: Pienso que Labbé ha hecho una labor correcta al mando del municipio y en esto no sacrifico mi honestidad intelectual. Vivo en Providencia —a diferencia del alcalde— y todos los días experimento lo bueno y lo malo de su administración. Sin embargo los estándares de calidad de vida de la comuna se deben a muchos factores: ingreso promedio y capital cultural de sus habitantes, recursos públicos cuantiosos, emplazamiento territorial privilegiado, etc. Sin desmerecer el trabajo de Labbé —que antes de ser “gerente” era militar— no hay argumento racional para sostener que su gestión no pueda ser igualada o mejorada por Josefa Errázuriz –que además de “dueña de casa” es experta en desarrollo comunitario.
- Jóvenes al poder: Competí en las primarias representando a Red Liberal, movimiento compuesto en su mayoría por menores de 35 años. La campaña de Josefa ha sido protagonizada por Revolución Democrática, organización liderada por recientes dirigentes estudiantiles. Aunque la propia candidata no es parte de la renovación generacional, su victoria puede anticipar una etapa de relevancia política de los jóvenes. Todos los pronósticos para este 28 de octubre son escépticos respecto de la participación juvenil. En Providencia tenemos la expectativa cierta de constituir la excepción y decidir la elección.
- Adaptándose al siglo XXI: Labbé tomó las riendas de Providencia en el momento justo para dinamizar su funcionamiento y encarnó bien el modelo noventero que ponía acento en la eficiencia con criterios duros. Pero los noventa se acabaron y ese paradigma de conducción vertical cumplió su ciclo. Josefa representa mejor el liderazgo horizontal, dialogante y participativo que parece demandar la sociedad chilena actual. Ante la pregunta “¿Para qué cambiar si estábamos bien?” la respuesta es porque si no cambiamos inevitablemente nos estancamos. Cristián Labbé ya fue. Josefa Errázuriz es lo que viene.

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