Foto: Alejandro Olivares

¿Cómo lo hiciste para financiar tus estudios?
Comprando menos cosas para la casa. Yo pago algo y el resto me ayudan mis viejos. En total son 220 mil pesos mensuales. Vendo cosas en la universidad y a veces tomo pegas en sociología por un par de meses. No quise crédito para no encalillarme 20 años. Es algo que se ve mucho en los estudiantes de las privadas. En mi universidad el 45% de los estudiantes deserta de la carrera al tercer año porque no tiene para pagar. Hoy existe un sistema educativo que tiene una alta rotación de estudiantes y muy bajo nivel de egreso porque el sistema funciona como empresa. No hay garantías para una continuidad de estudios porque el no pago es un criterio de exclusión del sistema educativo.

¿Qué otros vicios has percibido en estos años?
Mónica Jiménez, por ejemplo, es parte del consejo de mi universidad, que es salesiana y tiene administradores de la DC que deciden y cortan. Tenemos también a Pato Rosende, acusado del caso tsunami, como encargado jurídico de la universidad y acaba de expulsar a más de 10 estudiantes por participar en movilización.

¿Persecución política?
Son las medidas de represión que están instalando en el sector de las privadas para contener este aire de organización que se está generando.

¿Cuántas universidades privadas se están organizando?
Estamos trabajando con la Alberto Hurtado, la Arcis, la Academia de Humanismo Cristiano, la Santo Tomás, la Central y la Autónoma. Las universidades privadas hoy tienen casi el 70% de la matrícula de educación superior, pero les falta una cultura organizativa de movilización y tomas. Su capacidad orgánica no le permite disputar con las tradicionales que tienen organizaciones constituidas desde su fundación. Las privadas cuentan con leyes que les permite expulsar a los estudiantes por organizarse y sancionarlos con suspensión de matrícula.

¿Por eso exigen su democratización?
El primer objetivo fue conformar un programa de nuestras intenciones políticas, que aparte de la estatización y la gratuidad, intenta dibujar el modelo que queremos para el país. Otra necesidad inminente es construir organizaciones al interior de las universidades y para eso necesitamos obviamente que existan condiciones más democráticas.

¿Crees que la Confech debiese ampliar su registro de captación de federaciones?
La tarea de organizar a este sector es de las universidades privadas, por lo mismo estoy trabajando con el MESUP. Hoy, dentro de Confech, hay una serie de organizaciones que se la están jugando en el plano de levantar sujetos para las campañas electorales. La Confech hoy es una plataforma mediática para todas estas organizaciones.

Y particularmente de los partidos.
Sí, aunque el Partido Comunista ha perdido capacidad al interior del Confech, por eso no ha podido conducir desde ahí, pero hay otras organizaciones que conducen y que tienen un claro interés en levantar disputas electorales a futuro, más que aumentar la capacidad de organización de los estudiantes.

¿Te refieres a Camila y Giorgio…?
Para ellos ha resultado lógico, pero van a terminar todos cooptados por la dinámica de la política más dura ¿Qué van a hacer los cabros cuando tengan el presupuesto de diputados? Hay un interés en ellos de generar carreras políticas que va a estar muy disociado de la dinámica de la movilización.

¿Qué pensaste cuando Camila Vallejo anunció su candidatura?
Lo primero que pensé es que tiene muchas posibilidades de ganar. Pero lo que me parece preocupante es que el PC, un partido que se llama comunista, se integre de manera tan formal a la Concertación.

¿Qué te preocupa?
El nivel de institucionalización que le da la izquierda. Creo que los comunistas una vez más están equivocando su línea política respecto a su línea ideológica. Podríamos enumerar una serie de hechos en que la militancia ha pagado los costos de las decisiones políticas del partido. Esta vez no será distinto, al menos que se integre de tal forma que, en un tiempo más, tenga que cambiarse el nombre.

¿Y que piensas de la irrupción de Giorgio Jackson con Revolución Democrática?
Es un interés parecido al que tiene el mismo PRO o la Izquierda Autónoma, es el interés de construir Social Democracia en Chile, el interés de construir esa política europea en Chile.

Pero, al menos, sirvió para sacar a Labbé de Providencia
No creo que hayan sido los progresistas quienes lo sacaron. Las decisiones de voto de la gente recaen en el carisma de los que van a la elección, no tiene que ver con que la gente elija entre derecha e izquierda. Tan vaciado de debate político ha sido el sistema electoral chileno que la gente elige de acuerdo al carisma.

Cómo ha sucedido con el silencioso regreso de Michelle Bachelet…
Es una carta más pero, en términos estructurales, Chile no va a cambiar nada ¿Qué podría hacer Bachelet hoy en el país con la configuración parlamentaria que existe? Abrir un par de programas más, meter más enfermedades al AUGE, aumentar el presupuesto de vivienda, pero nada más.

¿Ni siquiera abrirse a una nueva Constitución, como sostuvo hace poco?
Uno puede lanzar muchas iniciativas a través de las cámaras pero eso no significa que produzcan algo. Las consignas han sido bastante genéricas. Bachelet se presenta sin un programa definido políticamente. Ella no puede conciliar entre la DC y el PC. Quien esté en el sillón presidencial lo único que puede hacer es administrar el modelo. Más allá de un par de bonos, modificar el presupuesto, no cambiará nada.

¿Qué entiendes por nueva mayoría?
La nueva mayoría es un “quitémosle el puesto a la derecha”. Existe un bloque que está en contra de la UDI y RN, pero que no tiene un proyecto político común. Ninguno de los militantes sabe cuál es esa nueva mayoría, bajo qué proyecto, qué plataforma. Chile nunca ha construido un proyecto país, entonces, es más bien un pegoteo de partidos que quiere quitarle el lugar a la derecha.

¿Te agrada algún candidato?
No.

El modelo
¿Cómo definirías a la generación del 2006 ?
Es una generación muy marcada en centrar los conflictos sociales dentro del plano estudiantil. Algo que aún se mantiene. El único sujeto que puede dinamizar el escenario nacional son los estudiantes. Es una lectura, en el fondo, de sensibilidad.

¿Fueron ingenuos?
Yo creo que no. En general la desconfianza siempre estuvo y, más que ingenuos, nos sobredimensionamos. Lo que sucede es que cuando comienzan las tomas se transforman en un espacio de convivencia comunitario que no había existido desde los 80. El estar juntos y hacer cosas generó una sensación de empoderamiento que nos permitía proyectar más allá de lo que realmente podíamos. No sé si eso sea ingenuidad. Creo que fue algo propio de la experiencia del momento.

¿Cómo lo vivieron?
Si el enemigo antes fue Pinochet, después fue la economía con sus estructuras de desigualdad y segregación. El problema de nuestra generación fue como el mercado aplastó y condicionó la forma de relacionarnos.

¿Se sintieron traicionados?
No, yo renuncié al Consejo Asesor en mi calidad de vocero porque creí que era equivocada la posición del ACES.

Olfateaste que les iban a pasar gato por liebre…
Sí, pero como el Partido Comunista logró hegemonía en la movilización estudiantil, querían mantenerse ahí para tener la tribuna mediática y nosotros rechazamos esa posición. De hecho nos bajamos como bloque muchas organizaciones dentro de los estudiantes del consejo asesor y de la coordinación del ACES.

¿Qué piensas de los dirigentes que fueron reclutados por diversos partidos?
Fue una pena porque uno conocía a los cabros y sabía que estaban ahí con buenas intenciones en un principio. No sé si uno podría entrar a juzgar. Los partidos a los chiquillos les hicieron buenas ofertas, que hicieran carreras políticas y dejaran de ser pobres.

¿Te ofrecieron militancia…?
Siempre he sido cerrado a discutir con los partidos políticos. Nunca me he sentado a una bilateral con ellos pero he recibido hartas recomendaciones, de la Concertación sobre todo, porque la derecha no creo que me quiera mucho.

Pero algunos compañeros tuyos lograron capitalizar la vitrina del movimiento…
No sé si diría compañeros, porque en general nosotros siempre fuimos de bloques distintos. Creo que ellos vieron la oportunidad de desarrollar un proyecto de vida. No creo que los chiquillos se metieran al sistema con tal de reformarlo porque dentro de los marcos del sistema los acuerdos los corta el empresariado y los partidos políticos.

César Valenzuela hace poco inauguró un preuniversitario con el nombre de Bachelet…
Yo no creo que el César haya luchado contra Bachelet. El César estaba ahí porque al Partido Socialista le interesaba tener un dirigente en una movilización importante. Ahora, ¿cuánto se demorará el César en implantar un bloque que lleve a una reforma? Yo creo que eso no está en sus expectativas.
Los chiquillos por mucho que traten, no sé qué tipo de reformas van a implementar.

Karina Delfino ahora es concejala por la Concertación…
En ese tiempo ella no militaba pero igual iba a las reuniones socialistas. Sólo le faltaba el carné. Con ninguno de ellos tuve cercanía ideológica salvo con la María Jesús (Sanhueza) que podíamos acordar más cosas.

En ese momento te tildaron como el más rojo de los voceros…
Sí, yo creo que era el más a la izquierda de los voceros.

¿Cómo ves el resurgimiento de los pingüinos?
Han tenido una expansión organizativa positiva con muchas más organizaciones de las que hubo el 2006. Pero tienen un problema de cohesión muy fuerte por determinar quién conduce. Hoy el ACES tiene una propuesta de desarrollo comunitario que si uno la mira bajo el agua, más allá de la consigna, es interesante.

¿Qué piensas de Eloísa González?
Como militante social que nació dentro de la política estudiantil sobredimensiona un poco la capacidad de su propia organización. El ACES hoy no tiene la capacidad de movilizar a todo el sector secundario. Hay que tener cuidado en eso. Yo creo que peca de agitar demasiado. Como sujeto político la encuentro correcta e interesante. No tengo muchas discrepancias en cómo ellos entienden las necesidades del Chile actual.

¿Qué otros problemas vislumbras en el movimiento estudiantil?
El problema es involucrarse en lo cotidiano de la gente. Hay algo muy disociado de lo cotidiano y que está en clave en los sectores más ideologizados de la izquierda. Hoy la movilización que más prende es la del Confech, que con la demanda de gratuidad, le ofrece algo a la gente que es tener una deuda menos y por algo saca 100 mil personas a la calle.

¿No deja de ser una oferta, dices?
Eso es…

¿Quién puede capitalizar el movimiento por la educación?
Hay muy pocas propuestas políticas dentro de los movimientos sociales, por eso encontramos una efervescencia espontánea, dispersa, que no actúa de manera conjunta porque carece de propuestas.

¿Qué te parecen las marchas de hoy?
Hay un problema en las marchas, como no hay una propuesta y es netamente una convocatoria, su único fin es demostrar que la Confech existe. La marcha se ha carnavalizado, mueven a 100 mil personas pero el Confech no se enfrenta al poder ni a los espacios institucionales. Hace mucho tiempo que una marcha no termina frente del ministerio de Educación y, por lo tanto, éste ha dejado de ser un actor dentro de la discusión de la problemática educacional.

Al menos han planteado el tema del lucro que antes ni siquiera se tocaba…
Yo creo que el problema no es el lucro sino como el Estado no tiene una estructura que dé cobertura al sistema de educación superior. Los estudiantes y sus familias tienen que entrar obligatoriamente a una institución privada donde los dueños de las universidades intentan generar ganancias porque son empresas y están normados así. El lucro entonces pasa a ser un problema de cómo hoy se construye el modelo de educación. En el fondo el problema es el modelo. Si a la mayoría de las universidades tradicionales ingresan los quintiles más altos de la población, para el resto la única forma de obtener un acceso a la educación es mediante el sistema privado. Eso no es una elección, es la única forma de estudiar.

Bachelet propone que paguen los que pueden hacerlo… ¿que te parece?
Estoy de acuerdo con eso, el que tiene para pagar que pague, pero también allí hay que ver cómo paga. ¿Por qué no cobrarle a las grandes empresas un impuesto más alto? ¿Por qué no nacionalizar los recursos naturales? Más allá que si lo ricos quieren tener su proyecto ideológico allá en la Universidad del Desarrollo, u otra, que lo tengan. El tema es que hay una serie de universidades que son empresas y que lucran con plata del Estado.

¿Que te pareció el cierre de la Universidad del Mar?
Es una pena, pero el gobierno jugó bien porque lo usó como chivo expiatorio para no asumir el problema del modelo económico en educación superior. Como no estaban haciendo la pega bien, fue una jugada mediática. Pero me parece más preocupante la situación de los estudiantes que, con todo este tema de reincorporarlos a otra casa de estudios, les restó capacidad de movilizarse. Fue una jugada bien ejecutada por parte del Gobierno.
¿Qué debería pasar con los estudiantes de la Universidad del Mar?
Debería haber una condonación de la deuda de todos los estudiantes y una indemnización para todas esas familias.